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24 que ella se basta 4 si misma. Ha Ilegado, pues, el mo- mento de traerse entre cdnticos augustos el libro, que solo el Cordero de Dios puede abrir, por ser él el leon de la tribu de Juda, culocéndolo abierto en medio de la santa asainblea, para que esta hable y diga que ese libro divino condena todas esas locuras de la ciencia orgullusa del siglo. Esto sera el concilio ecuménico, cu- yas sesiones principiaran en el dia solemne consagrado’ 4 ceiebrar la Concepcion Inmaculada de aquella Vir- gen nobilisima, que desmenuzé con su planta vigorosa la testuz altiva del padre de todvs los errores. II. LA NECESIDAD DE UN CONCILIO GENERAL. Que nadie se asuste con esta proposicion, ni mucho ménos esos hombres de las teerias modernas, muchos . de los cuales, no sabiendo lo que es un concilio, podran creer que la Iglesia catélica va a imitar ahora 4 las Naciones, en cuyo seno ya no puede darse una ley, sin que Antes se esté hablando muchos meses, sin que por eso se deje de tener que hablar otros tantos, y aun mas, en la siguiente legislatura, para abrogarla. No teman, nd, esos hombres asustadizos que vayamos 4 imitarlos: porque la Iglesia no necesita de conci- lios enel sentido que ellos dicen que las naciones necesitan de senados, de congresos, de parlamentos. No necesita de los concilios para “representar en ellos & la misma Iglesia en el sentido_que dan los moder- nos tribunos 4 su pretendida representacion del pue- blo, el cual nada sabe, ni nada entiende de esa nueva estructura social: porque los obispos representan 4 la Iglesia sin haber recibido para ello poder de sus fieles \ 2
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