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; ‘ 20 que estaba cimentado en Sion, inonte santo de Dios, los miraba con lastimay Heno de serenidad decia: el que haluta en los cielos, se ha de burlar de ellos, confundien- do sus planes, y destruyendo sus maquinaciones; el Se- hor ha de hacer que aparezean sus necedades y locuras en presencia de todos los hombres. Hsta es nuestra fe, y firmes en elia, esperamos ese gran evento, ese hecho monumental del siglo, esa exposicion universal que el Monarea de la fe va 4 abrir al mundo aténito, para decirle: ahi tienes los tesuros del alma, la religion di- vina, limpia y pura, sin esos errores de la razon que has intentado arrojar en su hermosa faz: ahi tienes la religion, como la revelé Dios 4 los Patriarcas, como la anunciaron los profetas, como la ensefié el Hijo de | Dios: ahi tienes los principios constitutivos de la socie- dad, tal como Dios la estableeié sobre bases eternas 6 inmutables, que son la verdad, la justicia, la earidad, la ley, la autoridad y la obediencia. Si observas lo que esa religion prescribe, serds feliz: si no te sujetas 4 su ensefianza saludable, no esperes jamas obtener una feli- cidad verdadera en la tierra, ni mucho ménos entrar en el lugar, para donde crié Dios al hombre, en el cielo. Por eso el cristianismo esté espérando con anxia la reunion del concilio, porque cree que verd repetido con nueva solemnidad lo que tantas veces se ha hecho ya, y se esta haciendo perennemente en la Iglesia ca- télica, 4 saber, la confesion humilde, pero publica y solemne de todos los obispos unidos 4 su cabeza‘el su- cesor de San Pedro, de que el mundo debe 4 Jesueristo su civilizacion, su ilustracion, né 4 esa razon petulante y altiva, que despues de haberse visto purificada por Cristo y elevada & regiones de bellezas inefables, ha dicho con arrogancia, que no es Dios quien la ha dado esa grandeza, sino que ella misma se la ha fabrica- se, i‘ 2
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