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: - 2 za, ni aun de aquellos, que les han dado el nombre de su seeta. Su doctrina es, no tener ninguna revelada: su bandera, el ser independiente de toda autoridad: su es- cuela, no aprender sino de su propia razon: su guia, no hacer caso, sino de sus propias inspiraciones: su luz, no abrir las pupilas de su alma & ninguna que baje del cielo: su felicidad, no buscarla en la verdad intectual, en la metafisica, en las inspiraciones de arriba, sino en la satisfaccion del sentido, en la materia, en el fango. _ El hombre del error es siempre un ser aislado en pun- — to 4 doctrina, porque la locura de su razon consiste en que no quiere sugetarse ni 4 la razon humana, ni4la — divina. Verdaderamente estos libres pensadores podian dis- currir desde ahora con alguna mds légica, siquiera pa- ra no presentarse en la escena 4 dar mayor brillo al concilio ecuménieo, puesto que miran con horror cuan- to atafie 4 esta venerable asamblea. Porque en reali- dad, el lauro mis brillante del. concilio es, el que esa clase de hombres quiera parodiarlo para desvirtuar- lo: el argumento més convincente, aunque sea nega- tivo, de que tiene que ser obra de Dios el concilig, va 4 ser el contraste que hade hacer Napoles con Ro- ma. Aqui se abriran los libros santos y se enséfiara una vez mas la doctrina revelada, que ensefia al hom- bre 4 vivir en humildad, obediencia, castidad, so- briedad, y caridad, cumpliendo con la ley de Dios, empleando el tiempo en cosas titiles y santas, ado- rando al Sefior en espiritu y en verdad, y mirando siempre al cielo como al fin de nuestra carrers mortal; alli se ensefiaré todo lo contrario, hollando el eédigo eterno de la verdad, y oponiendo al senado sagrado el testimonio de los sabios segun la carne. Magnifico ha de ser esto: redactores de papeles asquerosos, confeccio- nadores de novelas poco honestas, inventores de siste-

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