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Liv y cuantas establecieron con eyuidad y rectitud sus senados y le- gisladores: pero no pudo conyenir con ellos en adorar los fdolos y en no reconocer & Dios, uno en esencia, criador del cielo y dela tierra, y 4 su hijo Jesucristo. __ De siglo en siglo se ha visto como esta institucion divina ha coexistido con todas las instituciones humanas, dirigiéndolas al bien, ilustréndolas y déndolas vigor. Ella coexistiéd con los bér- baros del Norte, paralizando su mano destructora, conteniendo sus furores, aplacando sus iras, ablandando sus corazones, y por fin, convirtiéndolos 4 la fe de Jesucristo: ella coexistiéd con las ruinas del imperio romano, para repararlas, con las nuevas mo- narquias que se levantaban para consolidarlas, y con las grandes empresas de los tiempos herdicos del cristianismo, para enderezar- las 4 un fin justo. ; Y jno Ja vemos hoy dia asistiendo inmoble, impertérrita é¢ in- mutable, presenciando ese desmoronamiento del edificio social, procurando aplicar su mano, para que el edificio no se acabe de derrumbar? Necesario es estar ciego para no verlo. ; {Qué parte del mundo hay, donde no se encuentre esa institucion divina, marchando junto con todo lo dem4s que se mueve, pero no acompaiiando 4 nadie en la iniquidad, en la injusticia 6 en la impiedad? Ella viveen la China y en la Tartaria con millon y medio de hijos, los cuales adoran 4 Dios en espiritu y verdad, y entre tanto bendice 4 cuatrocientos millones de hombres que no quieren convertirse de sus idolatrias, para que el cielo los mire con piedad y les abra los ojos del entendimiento, y les muestre la verdad. Lo mismo es para la Iglesia que tenga que vivir combatiendo con el fanatismo del islamita, que con la obstinacion del israelista 6 la ceguedad del hereje, pues ella mira en cada uno de esos hombres el trasunto de Dios, y desea traerlos 4 todos al seno de la verdad. Véase lo que hace esa Iglesia en sus reuniones santas: es tal la armonia con que coexiste con cuanto hay 4 su lado, que ruega por todos los que imperan, sin examinar sison protectores 6 perseguidores, amigos 6 enemigos: en China y Tartaria ruega por el emperador que la tolera, en Conchinchina por el rey que la martiriza, en unas partes de América por los que la despojan y ultrajan, y en

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