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XLVI é “= se valian 6 por la ; -seduccion, 6 por la opresion, 6 por el estado erréneo en que caian 4 veces, para asestar sus tiros contra el * Vicario de Jesucristo.. Se dice que San Gregorio de Nacianzo y otros obispos de sus tiempos detestaban los concilios; pero es pre- ciso tener presente .que el Oriente, asi como el Occidente existie- ron por ms de un siglo bajo la presion de Emperadores arrianos, — : los cuales vivian siempre agitados por las opiniones errdéneas, que alimentaban desgraciadamente los muchos obispos, que ora en Sirmio, ora en Rimini y en otras ciudades se reunian para com- batir la fe de Nicea, y con ella la autoridad del Romano Pontifice, que habia confirmado el concilio y cele brado dos en Roma en un corto intérvalo, para corroborar neat la verdad catélica de la consustancialidad del Hijo con el. Otro tanto advertimos en los muchos siecilio celebrados des- pues, ademas de los ecuménicos, en los cuales aparecen los Ser- gios, los Pirros y otras cabezas de motin, de quienes se valieron los potentados del mundo, mal aconsejados, para turbar. la paz de la Iglesia y disputar Ja autoridad suprema del Patriarea de Occi- dente; de lo que es testimonio perenne en la historia la famosa Ecthesis de Heraclio. favorecedor de los monotelitas. “Enténces ha- ~ dia disturbios y desavenencias en los concilios, alejando de ellos & los obispos santos, como sucedié 4 San Gregorio Nacianzeno, quien por huir de lainfestacion de los arrianos, se retiré &la vida solitaria, haciendo vida de monje en una casa de campo. No suce- : dia asi cuando. los pastores de las Iglesias se congre Z Espiritu Santo 4 tratar sobre la fe y la disciplina; y comprobarlo repetir las palabras de San Atanasio en el libro de Synodis, ntimero 41, que dicen asi: nosotros disputamos como hher- manos con hermanos, y st ane vez diserepamos en palabras, sop: venimos vn la sustancia. Esas cuestiones de infabilidad del Romano Pontifice en diri~» en mir las materias de fe y eostumbres, y de supe ridad respecto del concilio general, que fueron puestas en tela de juicio en los tiempos del gran ¢isma, pre sentindose con todoel aparato del raciocinio escolfstico, son ya muy, antiguas en la Iglesia. Pero es necesario estudiar con detenimiento la historia,. para saber cual ha sido el origen de estas disputas ruidosas y quien uy i ‘ ‘
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