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&xX gracias y privilegios que los primeros gerarcas conceden 4 sus su- — bordinados: 4 fuerza de tiempo, suele acontecer con frecuencia, y lo vemos 4 cada paso en la historia, que se olyida cl origen del pri- vilegio, y de concepto de gracia pasa este al de justicia, al de pro- piedad innata, al de prerogativa aneja 4 la dignidad. Y enténges aqué hacen, y qué deben hacer los que tienen conciencia de — haber concedido la gracia y el privilegio? Disponer que el derecho devolutivo se ponga en todo su vigor; el privilegio vuelve 4 la fuente de donde salié, para conservarse en su raiz, despojando de él 4 las ramas. ‘ ; Est4 tan lejos la Iglesia de haber seguido la marcha de las de- m4s monarqias, que por el contrario, estas han cambiado de rum- bo mil veces, mientras que ella ha permanecido firme y estable siempre en su modo de gobernar. En una cosa solamente se ha pa- recido 4 lasdem4s monarquias; pero ha sido para dejarlas 4 todas muy atrds. La Iglesia ha seguido en esa materia el curao natural de los séres que aparecen en el primer momento de su existencia con todas las perfecciones esenciales, pero teniendo que desarro- llarlas poco & poco en su ejercicio, como sucede 4 cada uno de los hombres. , ; i Su divino fundador la hizo perfecta, y como dice San Pablo, sin maneha, sin arruga, ni cosa alguna que la afease, dejando al tiempo que hiciese lo dem4s. Crecié esta Iglesia, se desenvolvié poco 4 poco, hasta que tom6 tanta fuerza, que en ménos de doscientos afios, como decia Tertuliano, lo habia invadido todo, no dejando sin su influjo y su presencia, ni-aun los mismos palacios de los em- peradores romanos. Quién haya leido un poco la Escritura, veré que esto estaba anunciado asi: esta Iglesia es aquel imperio, que se formaria despues de los cuatro més eélebres que hubo en tiem- pos antiguos, el cual llené la tierra. Era la piedrecita, que cayéd del monte, sin que mano alguna la arrancase, y tambien llené el mundo; era aquel rio que salia del lado derecho del altar, el cual & los mil pasos llegaba 4 los talones, 4 otros mil 4 las rodillas, 4 otros mil 4 los rifiones, y al poco inundaba toda la tierra con sus aguas. Pero, nétese c6mo habiéndose ido desenvolviendo las fuerzas de de esta monarquia, no ha variado, sin embargo, en nada su forma nf lalla ie oy 3c
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