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PS oe He ee , fe ; xxIx mando poco 4 poco; todas estas provincias han recibido de ella la vida y los elementos para conservarla; todas han dependido de su madre con la més completa y perfecta sumision. ;Quién ha estu- diado la historia de esa gran monarquia de la Iglesia, y no sabe qug del Patriarca del Occidente han salido todas las iglesias parti- — culares, que se han fundado en él y en todas sus regiones? ;Cudles son los primeros Obispos de las Galias, de la Germania, del Al- _ bion y de la Iberia? ;No sabe todo estudiante de Universidad, que todos ellos recibieron la mision» del Patriarea del Occidente que es el Romano Pontifice? Treveris en la Germania, Limoges en Francia, siete iglesias en Espaiia, zn6 es sabido que fueron fun- dadas por los santos Obispos consagrados por el mismo Sar. Pedro, y enviados 4 esas regiones, asi como 4 otras que no hay para _ nombrar? Muchos de estos Obispos salieron de Roma con facultades para - fandar otras sillas episcopales, y en efecto las fundaban, resultan- . do de ahi, que sus cAtedras fuesen miradas con respeto y venera- cion por las demas, y tuvieran sobre estas, como mis recientes, de- rechos de mayoridad, asi como el padre los tiene sobre sus hijos, aun dado caso que estos tengan ya familia y formen casa aparte. Asi pasaron tres siglos de persecuciones, al fin de los cuales, con asombro del imperio romano, habia tantas provincias en la Igle- sia, que al poco tiempo se reunieron en Concilio general mas de seiscientos Obispos. . No hay para qué referir Ia historia de las elecciones de los Obis- pos por los individuos del Clero, y hasta por la insinuacion de los pueblos: la disciplina fué varia segun las épocas; pero siempre re- sulta una verdad, y es que el principio de ese érden de cosas esta- _ ba en el primer gerarca, de quien habia emanado toda la jurisdic- cion. Es €1, quien ha formado las provineias dela gran monarquia del catolicismo, enviando 4 los Obispos 4 todas las partes del man. do, de lo que hay ejemplos en todos los siglos de la Iglesia: él es, quién les ha dado la jurisdiccion, y dividido en metrépolis todos las iglesias episcopales: ¢1’es, quien, desde los siglos mismos de las persecuciones, envid legados 4 todas las naciones, encargindoles que velasen porque la fe se mantuviese integra, y la disciplina flo- reciese, Pero, bien sabido es lo que sucede con las concesiones de

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