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“i ellos el gran libro becerro, ei: ‘unde esté escrito el decreto de Dios seflalando, reyes 4 sus mayores,y prescribiéndoles la forma de gobierno que han de tener, y el modo como han de plantear el go- bierno mismo entre sus diferentes provincias? Ninguna de esas monarquias, cuyos primeros ascendientes empiezan 4 perderse en- tre las pAginas confusas de tiempos muy remotos; ninguna de esas que se han formado con el trascurso de los tiempos; ninguna de las que se han improvisado 4 la sombra de las nuevas institucio- nes y de los Hamados derechos del hombre, y de conquista de la ra- zon, ninguna puede presentar ese instrumento rubricado por el Rey de los reyesy Sefior de los sefiores. Solo si ha habido en el mundo una dinastia, cuyo primer rey ha sido elegido expresa- mente por Dios, cuyos hijos le han sucedido por derecho heredi- tario por voluntad clara y manifiesta de Dios, y cuyo dltimo rey, 4 cuya existencia se encaminaba la eleccion del primer monarca y la sucesion de sus hijos, vino al mundo eon derecho 4 sentarse en el trono temporal de su padre, y no se senté; pero se senté en otro trono m4s hermoso y més duradero. Aquel primer rey era David: este filtimo, hijo suyo, es Cristo; pero esa monarquia tem- poral no existe; Ja otra si existe; lena de vigor y lozania, siempre nueva, siempre antigua, siempre inmoble, y. siempre viendo como pasan delante de ella hombres é instituciones humanas, para bajar al sepulero y caer en el olvido. = Pero hay un gran libro, y podemos decir ane es el a libro becerro de los derechos de los principes y de los pueblos, donde Dios ha escrito de propia mano.lo que deben hacer aquellos y es- tos, para gobernar y ser gobernados. Dicese en esa gran coleccion de cartas escritas por Dios 4 los hombres, que El es, y no otro, quien da los reinos y el cetro 4 quien quiere, y se los quita cuando le place, trasladdndolos 4 otras manos, porque El es el Seiior y dueiio de todos los reinos y Reyes de la tierra. Dicese 4 los Reyes que aprendan y se instruyan, y tomen en su mano la enseilanza, J sirvan 4 Dios en temor, y aun en sus mismos festines y recreos se gocen con santo recelo, porque no. provoquen la ira de Dios y de- caigan del camino justo. Dicese tambien que el ministro sabio ser4 acepto al Rey, y que el inttil ineurrird en su indignacion. Pero.no se dice en ese gran libro qué método se ha de seguir ss dS RS a, e :
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