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xx nian una vida de autoridad muy lozana, muy robusta, por cuanto tenian respecto de su jefe el mismo derecho que las provincias respecto de los primeros gerareas civiles, lo que fueron perdiendo gradualmente. Y si se pregunta endl fué la gradacion de estos dos enflaquecimientos, civil y eclesiastico, la respuesta es llena y obvia, una vez sentadas esas premisas: las provincias fueron perdiendo en su representacion civil, porque los monareas estableciéron ejér- citos permanentes, tomando los soldados de todas las provincias de la monarquia, y entregéndolos 4 generales fieles 4 su persona, y - porque fuergn atrayendo 4 sus cértes 4 los grandes seilores de provincia, que eran los que daban vida politica 4 las ciudades y” provincias, donde radicaban su feudos: por este medio de politica por una parte, y de fuerza por otra, las monarquias de los iltimos siglos se han consolidado, y han concentrado en el monarca la suma del poder. Pero en Roma no sucedié asi; no tenia feudos, ni pro- vincias; ni podia lamar 4 sus grandes, que sen los Obispos, 4.su lado; pero fué envolviéndoios y estrechdndolos cada vez mds en sus mallas sutiles é intrincadas, resultando. de esto la concentracion del poder-en el romanismo siempre pujante, y la cesacion de todo Concilio general. No es posible decir las cosas con més claridad; pero: ‘ fuer de espafiol y de espafiol catélico, tampoco es posible dejar pasar en silencio, que hay mucha confusion de conceptos hoy dia entre los hombres que hablan de esa manera en medio de una nacion caté- lica. Y no se diga, que suponemos ni error ni mala intencion en quien haga esas apreciaciones; pero no puede uno ménos de decir, que esa especie de corriente arrastradora de querer asimilar todas las cosas, y unificar todas las instituciones, induce 4 los hombres mis discretos, 4 escribir en algunas inaterias ‘eon alguna equivo- cacion 6 inexactitud. ¥ desde juego, y Gntes de ver si es cierto todo lo que hemos notadv sobre apreciaciones de lo que es el gobierno de la Iglesia, protestamos solemnemente, siquiera ante la majestuosa pureza de nuestra lengua, contra la palabra romanismo, empleado en esa lo-.’ cucion y en ese sentido, pues es una importacion de la teologia protestante de Inglaterra y Alemania. Déjese 4 esos fildsofos del Albion y de la Germania emplear, hébilmente por cierto, esa nue- “ ees en ee ° ip Py 3 a 4 3 | ih,
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