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11 aw se cernieron de nuevo sobre la tumba del Pescador. Qué! is ie es de Dios: en todas esas cosas deir tropas francesas,& Roma, de volver 4 salir, de volver 4 entrar y de per- manecer alli, quizis con algun retortijon de entraiias por parte de algunos de los que las envian, quizds por Ss miras extratégicas y militares, quizds por otras de am- | bicion y de orgullo, yo no veo sino una cosa, y es que _ Dios en su infinita sabiduria suscita, cuando quiere y como quiere, 4 Ciros para castigar, 4 Ciros para edifi- car. Hay hombres destinados por Dios 4 llevar la ‘magnifica carroza de los eventos ptiblicos, teniéndolos Dios uncidos 4 su gran carro, sin que puedan haeer mas que tirar, porque hay otro superior 4 ellos, que leva las riendas. Cuando ya no son necesarios, Dios dice: altoy basta: y entonces uno va a-una roca silenciosa, ~ otro al He haiaiae sin que por eso deje de mar- char el carro; pues cuando el gran conductor ha des- echado & uno que le servia hasta entonces, unce 4 otro y la carroza marcha. (1) ee ee ¥ > . ma aes é (1) Hay ciertas cosas peculiares 4 algunos monarcas, las cuales van pa- sando de uno 4 otzo por sucesion hereditaria, sin que ni ellos mismos tengan acto reflejo de lo que hacen, ni piensen en el motivo porque lo hacen. Entre otras, hay que referir la circunstancia que acompaia 4 los reyes dé Francia, de ser ellos los defensores natos de la Santa Sede Romana. og Desde que el piadoso Clodoveo, préximo 4 morir, envié al Sumo Pontifice su t corona de oro, adornada We piedras preciosisimas, protestando que el era el hijo de la Iglesia, parece que significd, queél y cuantos reyes hnbiese en Francia tenian que ser los defensores natos de la Cétedra de Pedro, «Cuando todos los reyes y emperadores, dice Baronio, (ad aun, 514.) eran herejes 6 idélatras, ene- migos de la Iglesia, Dios suscité f este principe piados{simo para fortaleza y defensa de la misma.» Asi vemos que Carlos Martel, Pipino y el gran Carlo Magno se dedicaron con todo fervor 4 defender & los Sumos Pontifices perse- guidos: y el filtimo de estos, entre sus titulos, se liamaba & boca Nena Ayo y defensor de la santa Iglesia de Dios, como se vé en el Concilio de Francfort, y en la carta que escribié el] mismo emperador 4108 obispos de Espafia sobre el adopcionismo de Felix y Elipando. 4 Lo mismo hizo su sucesor Ludovico Pio, y esta prerogativa faé el mejor bien 7 que Carlo Magno dejé 4 sus sucesores en su testamento. No digamos por eso = que todos los reyes de Francia han sido protectores de la Santa’ Sede, pues al- . gunos la han perseguido: pero, eso no obsta para que ese cargo de defensor de la Catedra de Pedro, sea el cargo anexo 4 la curona de Francia, Reyes habra que lo hagan de mala gana, pero lo harén: no faltaré quien envidie una de las en todo esto gné hay mucho de providencial? La gloria. “ee
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