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137 sino al estado de un puro mito. No teniendo nada que quitar 4 Jesucristo, tomaron el empefio de destruir su Iglesia; tampoco han dejado en ella cosa alguna que no atacasen: le han querido quitar su libertad é indepen- dencia, la han pretendido sujetar 4 los poderes del mundo en el ejercicio de su autoridad: para conseguir- - lo, creyeron equivocadamente, que el mejor medio era despojar 4 sus ministros de los bienes que poseian con derecho legitimo, y 4 las Iglesias de cuanto les habian dado los fieles antiguos. Vese con claridad que los herejes anduvieron el camino al revés, pues empezando l de lo ultimo que se revelé al linaje humano, que fué Jesucristo con su Iglesia, han continuadoen su sistema de ir Tetrocediendo hasta atacar y pretender destruir lo primero que Dios revelé al hombre. Fué esto los prece- ptos del Decdélogo, junto con el principio de autoridad, que esté basado en esos preceptos: con esto caia el fundamento de la sociedad, que estriba en la forma- cion de la familia, como lo prescribe Dios por la insti- tucion del matrimonio y la prohibicion del sexto pre- ; cepto del mismo decélogo: con esto tambien desaparecia la propiedad sancionada en el sétimo, y todo lo demas que Dios prescribe al hombre, imprimiéndole en su corazon, al criarlo, las luces de su razon increada. La ley natural, y la escrita, el derecho divino, el hu- mano, todo ha sido atacado por los herejes: nada han dejado ya por atacar, y por consiguiente, nada habra que condenar despues de celebrar el concilio que va 4 reunirse: y esta es la razon porque hemos dicho, que todo conspira 4 persuadirnos, de que ese seré el tiltimo concilio general, porque todo quedaré decidido y defi- nido en él. Concluiremos, pues, este ex4men que hemos hecho del estado moral del mundo y de lo que seré la Euro- pa, y la sociedad toda, en presencia del concilio, salu-

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