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* 136 tas volveran retorcidas al arco. que las disparé: el de- monio quedaré vencido, la religion triunfara, y su triunfo sera tanto mas glorioso, cuanto los aprestos mi- litares del enemigo son mas copiosos, y el ntimero de - combatientes es mayor. El enemigo del hombre qui- siera que la tierra se llenase de sectas y religiones fal- _ sas para ahogar la cAtélica, que es la tinica verdadera: quisiera que en las ciencias no hubiese sino sofismas filoséficos, para que la verdad se enmarafiase: quisiera que se dilatase hasta los tiltimos confines del mundo, ese nuevo derecho, que va introduciendo contra el na- tural, el divino, el de la Iglesia, para ver si consigue que los hombres se destrocen en guerras, se Jlenen las c4rceles de ministros de Dios, y los pastores anden huyendo, desterrados y afligidos, y esta murada tempo- ral del hombre, cuyos sinsabores dulcifica la religion de _ Jesucristo, se convierta en toda verdad en valle de 1a- grimas. Por eso anda él tan soberbio, animando 4 los libres pensadores, presidiendo élen persona las reu- niones secretas, y animando 4 todos 4 que se eperee al gran combate. No hay duda: un momento supremo se acerca para la sociedad: si el concilio la cura de sus males, sera esta la mayor de las empresas que ha conseguido la Iglesia, despues de la destruccion dela antigua indolatria. Hay desde luego grandes probabilidades, para suponer que en el circulo de los tiempos este ha de ser el ultimo concilio general, por la sencillisima razon de haber he- cho tambien su circulo completo todos los errores. Es- tos han seguido un periodo singular: empezaron sus in- ventores por atacar 4 Jesucristo, por oscurecer sus glorias y aniquilar, si pudiera ser, su nombre. Quien mas, quien ménos, quien de un modo, quien de otro, todos los he- rejes han ido quitando 4 Jesucristo una prerogativa, hasta haberlo reducido, no solo al ser de pura criatura,