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133 ojos, cuyos soldados hacen retemblar la tierra: y jeon- tra quién vienen? contra el campo atrincherado de los ejércitos de Dios, contra la fortaleza de Sion: contra esos hombres venerables, que van legando 4 formar en esa roca, sin tener mds armas que una cruz. Combate va 4 ser este, cual no han visto los siglos en sus largos afios: va 4 decidirse la suerte de la socie- dad nada ménos: no hay que creer, que sea la de la religion la que se ha de fijar: fijada esté desde hace diez y nueve siglos: los que van yendo de todo el orbe al campamento de Dios, saben que su palabra durard ‘para siempre: ella les dice que 4 los que profesen la verdadera fe, los han de perseguir de tal manera, que los han de echar de la sociedad, los han de calumniar, y los han de sacrificar en su furor, hasta creyendo que hacen un servicio 4 Dios en eso. (1) Ella les dice en- tretanto, que todos los poderes del infierno, separados 6 aunados, se estrellaran contra ella para siempre, (2) y que el mismo Hijo de Dios estard en medio de ellos, asistiéndoles en sus empresas hasta la consumacion del mundo. (3) La suerte de laIglesia catdélica es sabido que esté decidida: siempre combatida, siempre hostili- zada, siempre perseguida, pero siempre cantando vic- toria. La lid se enderezaré 4 dar vida 6 4 dar muer- | te 4 la sociedad humana, de tal manera que esta sociedad es una noble matrona que pudiera estar rebo- sando en vigorosa lozania, y no lo esté por hallarse encerrada én un circulo de hierro, del cual no puede salir, por estar como magnetizada en él. Los obispos se reunen para romper las cadenas de esta cautiva: tambien se aunan los libres pensadores, (1) Joan. cap. 16 v. 7. (2) Mat. cap. 16. v. 18. (3) Id. cap. 28. v. 28,

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