BCCPAM000561-6-17000000000000

122 tos. (1) Pero en cambio, vayase por la tarde 4 los pa- seos, por la noche 4 los teatros, 4 las casas de café, de bailesy de otras diverciones, y todo se ve lleno, mien- tras que por la majiana los templos estan vacios. No es posible examinar lo que pasa con respecto al cumplimiento del decreto del concilio cuarto de Letran, que manda que todo fiel cristiano, tan pronto como ha- ya llegado 4 los afios dé la razon, se confiese cada aiio, y reciba la sagrada Eucaristia, sin que se le hiele 4 uno la sangre gpara qué se ha de contar aqui el quince 6 el diez por ciento que cumplen con este precepto? Mientras los jévenes estén bajo la férula de algun maes- | tro que todavia se acuerde de que es catdlico, 6 si tie- nen la dicha de ser educados en casas religiosas, de seguro que cumplen con ese precepto: pero, apénas se separan de aquellos sagrados muros, apénas se alejan de sus maestros, no parece sino que entran en una atmésfera envenenada de indiferencia y de irreligiosi- dad: apénas de ciento uno vuelve 4 acercarse 4 la fuen- te de salud, 4 la mesa de los Angeles. Pudiera decirse que eso es un fendmeno: los jévenes salidos de los colegios buenos llevan consigo un escollo, y es el de no ver nada de eso en su casa: su padre no se confiesa, quiz4s tampoco su madre; no se confiesan sus hermanos mayores, ni otros que le deben inspirar mas respeto: por consiguiente se avergiienza el jéven de verse solo, y pronto se resuelve 4 no hacer, lo que no ve hacer 4 los que le preceden en edad y en digni- dad natural. Los que han estudiado en otros colegios, llevan dos: uno el no ver el buen ejemplo en su casa, otro, el no haberlo visto en sus maestros. ;Qué pensard (1) Ciudad conocemos de 240,000 habitantes catélicos en su mayoria, en la cual ni 12,000. fieles van 4 oir misa los domingos: de dependientes de tiendas nada hay que decir. |Pobrecitos! La condicion que se les impone en esa y en otras ciudades, es que no iran 4 misa, so pena de perder el destino.