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Y esto cabalmente ha sucedido en materia de cos- tumbres: siempre ha habido en los hombres proclividad 4 lo malo, siempre ha habitlo en el mundo corrupcion y maldad: pero épocas ha visto la sociedad de ménos corrupcion: las ha habido de mucha inocencia de costumbres, las ha habido de progreso en la virtud, y tambien de retroceso 4 lo malo, y por desgracia, las hay de triunfo de la maldad, de desearo del crimen. Delinearemos el euadro, para que al presentarlo 4 la vista de todos, comprendan los que piensen con cordu- ra, cuanto debe el Tinaje humano 4 Jesucristo, cuanto la sociedad 4 la civilizacion que él introdujo, y cuanto deberé el mundo en sus tiltimos tiempos al venerable Pontifice que ha convocado el concilio, y cuanto al mismo concilio, que condenaré en pleno lo que en ma- teria de costumbres malas tiene ya fepmeade rs Bate sor del Principe de los Apéstoles. oe Con la doctrina del Evangelio Hlegé la Mébieauad hu- mana 4 un grado de eivilizacion, verdaderamente emi- nente: ella hizo guerreros humarios y compasivos, pue- blos obedientes con hidalguia, hombres pacificos, mo- destos, sobrios, recatados, atnantés del trabajo y ene- -migos del 6cio: ella dester?S de la sociedad los erime- nes que la contaminaban, sticediendo la castidad 4 1a lujuria, la pureza al desenfretio, la abstinencia 4 la -embriaguez, la oracion, la disciplina, el saco y el cilicio, las lagrimas y la penitencia 4 los placeres del sentido y &los sarsos del mundo corrompido. Pasaron siglos sin que se oyese la palabra sufcidio, sin que se levan- tasen teatros, sin que se hablase de desafios, y sin que se conociese la diferencia que hay entre tener un hijo natural, 6 tenerlo legitimo: y si algun caso se daba en estas materias de miseria humaiia, era una rara excep- cion. Todo esto, y mucho més, nos dice la historia con relacion 4 algunas épocas del catolicismo. Si pregun-

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