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8 ante las pupilas deslumbradas una oscuridad mas den- sa. Vueltos en si, hablaron, siguen hablando, y segu- ramente continuaran hablando, proyectando, maqui- nando, é inventando cada dia cosas nuevas, pero todas relativas al Concilio. El Concilio, dicen, no podra ce- lebrarse, porque los poderes del siglo, 4 quienes segura- mente se invitaré, no lo permitiran, cuando hay - barruntos de que es segura la condenacion conciliar de los principios de la ciencia moderna, en que estan ci- mentados todos los gobiernos. Ni aun la primera sesion ha de celebrarse, afiaden otros, porque dos meses antes saldran de Roma las huestes extranjeras que la guar- necen, y entonces gquién viviré en Roma, amenazada de las falanges que estan esperando occasion oportuna para borrar la ignominia de Mentana? Dudamos de que los que han hablado asi, dijesen esas frases pomposas, sin quedarles alli dentro algun recelo de que no es verdad lo que afirman, y de que no ha de suceder lo que dicen. Y en cuanto 4 lo primero, les aseguramos, que el recelo esta fundado: porque, prescindiendo de que sean invitados 4 tomar asiento en tribuna especial los representantes de los poderes del siglo que merezcan ese honor, no son ellos los que han de hablar, para tratar sobre las cuestiones gravisimas de la fe y sobre la moral de la religion catélica. Y, quisié- ranlo, 6 no lo quisieran, los poderes del siglo, sus erro- res han de ser condenados, como lo fueron los de las investiduras y la simonia, aunque no lv quisieron En- rique IV. y V. de Alemania: como lo fueron los del protestantismo, 4 pesar de oponerse 4 ello Enrique VIII. _de Inglaterra, y despues su hija Elisabeth, levantindo - uno y otro un falso poder espiritual contra otro verda- dero. Respecto de lo segundo, tambien nos atrevemos 4 asegurar, que, aunque los inventores y expendedores de

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