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: 103 dice, libertad mis apacible, que bajo el imperio de un buen rey. (i) : jQué! debemos preguntar: el estado actual de la so- ciedad jes acaso aquel, para el cual Dios crié al hombre? -gHay en las guerras de hoy dia aquel fin noble de de- _ fender la religion, la patria y la familia, el trono, el al- tar, las instituciones y los intereses de la nacion, cuyos combates, cuando hubo estas guerras, redundaban en rasgo3 de heroismo, de nobleza, de bizarria, y de gene- rosidad? Siechamos una mirada 4 las Américas gné vemos que apénas cesan los pronunciamientos, los le- vantamientos, las insurrecciones, los encuentros y las escaramuzas, casi todas de mala ley, no teniendo todo ello al postre, otro objeto sino echar 4 tierra al que manda, para sentarse otro en su lugar? Si lanzamos una mirada escudrifiadora 4 la civilizada Europa gno vemos lo mismo en mayor escala? ,No hemos visto guerras, en las cuales se han sepultado millones de hombres por la ambicion de uno solo, que se creyé con una cabeza tan grande, que pudiese llevar todas las coronas de la tierra? gNo sabemos que con pretextos falsos, y basados en la falsa politica, y preparados habilmente, y por medio de la intriga, se han dado batallas en que han muerto cincuenta mil hombres, para quitar al poseedor de ellas dos 6 tres provincias, y darselas 4 un principe que las ambicionaba, y prometia en pago de la genero- sidad ser enemigo constante de la verdadera religion? El mundo esté convulso, desde que se han establecido los axiomas de esa politica disolvente de nuestros dias: las naciones han llegado 4 un perivdo, que se puede llamar de atolondramiento, de no saber lo que piden, (1) Fallitur, egregio quisquis sub principe credit Servitium. Numquam libertas gratior exstat, Quam sub rege pio. Claudian. in secul. consul. Stilicon, vers. 113.

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