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Reciente está el ejemplo del religioso trapense, hermano Rafael, santificado con su dolorosa en fermedad, de cuya pluma brotaron las expresiones más apasionadas de amor a la cruz. Mas si grande es lacompasión que inspiran tan tos pobrecitos enfermos de los suburbios, mayor es todavía la que se siente por los niños. ¡Quién no se enternece al verlos revolverse por el su frimiento en sus pobres camitas! Al contemplar los vienen espontáneamente a nuestros labios es tas palabras: ¿por qué han de sufrir así? Pero no hay que olvidar que el sufrimiento entra aveces en los planes de la Divina Providencia, y que en oca siones, sirve de expiación. Dios le ofrece a las almas inocentes como una participación en la re dención de Cristo,para que todos los hombres se salven. A estas inocentes criaturas les dice el Divino Maestro: «Sufre un poco, sufre conmigo». ¿Lo comprenden elos? Algunos, sí, los más, no. Y nosotros, por lo menos, que procuramos compren der,estando al lado de esos enfermitos, esta en señanza divina que nos da el sufrimiento y tra temos, cuando nos llegue la ocasión, de ofrecer el nuestro con amor y por amor a Dios y por la sal vación de nuestros hermanos los hombres. 96
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