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IX APOSTOLADO DE LOS ENFERMOS Quedaría incompleta la relación de los aposto­ lados del suburbio, si no mencionásemos los en­ fermos. En el suburbio y fuera de él, abundan los enfermos. El dolor es patrimonio de todos los hijos de Adán, por eso nacemos llorando, vivimos lo­ rando y morimos llorando. La humanidad se aseme­ ja a aquella piscina evangélica, en cuyas orillas no se veían más que tullidos, paralíticosy enfer­ mos de todas las clases. Si sobre la frente de cada uno se viese al exterior lo que pasa en el interior, veríamos sobre la frente de todos estas palabras: «¡Cuánto sufro!»... Los dolores físicosse suceden a los dolores morales, las penas del alma a los dolores del cuerpo. Por breves instantes de felicidad, ¡cuántos días de sufrimiento! En ninguna ocasión mejor se aprecia la realidad del sufrimiento, que cuando penetramos en el in­ terior de esas casuchas en las que vemos tendi­ dos en sus camastros hombres o mujeres, impo­ sibilitados, presos de dolorosas enfermedades sin rayo de esperanza de curación. Presente tenéis el 93

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