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Con tal de no trabajar son capaces de someterse a los mayores sacrificios y penalidades, vagando errantes por el mundo, sin patria, sin hogar, sin derechos civiles, malvistos por todos y de muy pocos apreciados y compadecidos. Para los niños en los pueblos, los gitanos son el «coco» con que se les amedrenta, y para las amas de casa la alarma que obliga a llamar precipitada­ mente las galinasal refugio. Libros enteros se han escrito y otros muchos seguirán escribiéndose a cuenta de las trapacerías e historias gitanescas, bien o mal atribuidas a esta pobre gente, digna de mejor suerte. Hay, sin embargo, entre ellos, honrosas excep­ ciones. Conozco a un empresarios que está encan­ tado con la laboriosidad y fidelidad de un gitano, que trabaja en su empresa. M e consta de otros que rinden en el trabajo por cuatro de otros, que no lo son. No obstante, en las riñasque entre el os existen se nota,sin embargo, una solidaridad admirable entre ellos. ¡Ay delque se meta con un gitano, que pronto se lanzarán contra él los de la misma raza! Sé de familias gitanas del suburbio que han rea­ lizado actos heroicos de desprendimiento y sacri­ ficio por aliviar la situación de otras familias ne­ cesitadas. Religiosamente es muy superficial la labor que puede hacerse por ellos, debido, en gran parte, a la movilidad constante de un sitio para otro y a la inconstancia dominante. Se entusiasmarán, sí, por asistir en peregrinación a Fátima, Lourdes y 89

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