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ra, podrían llegar a ser notables, como lo son en el arte de engañar. Moralmente dejan mucho que desear. Amigos de lo ajeno contra la voluntad de su dueño, toda su preocupación se centra en vivir sin trabajar, dis­ frutando deltrabajo de otros.Para el os parece que no reza el mandamiento del trabajo impuesto por Dios al hombre en el Paraíso Terrenal: «Comerás el pan con el sulor de tu rostro». El trabajo se queda para los «paisanos»; a ellos lesrebaja de la categoría de «gitanos» el manejo de la pala, el martillo, el pico y cualquier otro instrumento material. El siguiente caso refleja la teoría llevada a la práctica de esta buena gente: Fue en una manifestación de obreros en una de las calesde Sevilla. Los obreros recorrían una de las calles de la mencionada ciudad gritando: «Pan y trabajo, pan y trabajo». A la manifestación se unieron gran número de gitanos, que gritaban junto con los obreros: «pan y trabajo, pan y trabajo». Alguien que por alí pasaba y oyó a los gitanos que gritaban junto con los obreros, se dirigió a uno de los gitanos y ledice: «¿Cómo, también vosotros pedís trabajo?»... «No — respondió el interrogado— .Nosotros pe­ dimos pan para nosotros; para ellos, pedimos tra­ bajo». La anécdota que, si no es histórica, pudo serlo, revela en todo caso la mentalidad y la actualidad de los gitanos. 88

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