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libres para correr por el camino de la perfección evangélica, y pobres resignados con la pobreza como algo que Dios permite que les suceda. No vamos aquí a ocupamos de la primera clase de estos pobres voluntarios por el reino de los cielos, es decir, de las personas consagradas a Dios por los consejos evangélicos, ya que esta es materia ajena a nuestra intención; sino únicamen­ te de la segunda clase de pobres resignados que aceptan voluntariamente la cruz de la pobreza Al hablar de estos pobres no es nuestra inten­ ción aconsejarles que no aspiren a salir de su pobreza, mejorando las condiciones en que viven muy al contrario,toda tendencia a mejorar el nivel de vida, a superarse, a salir de la pobreza y mise­ ria, es cosa muy recomendable. A esto tienden precisamente las diversas obras economico-sociales creadas en vuestras casas ta­ les como escuelas primarias y escuelas profesio­ nales, talleres de especialización para obreros- secretariado; talleres de corte y confección, etc. El celo por lospobres debe estimularos a recor­ dar a los ricos los deberes que tienen para con aquel os, mas guardaros siempre de incurrir en el extremo opuesto al que con frecuencia se suele recurrir, condenando y anatematizando a los ricos como sitodos fueran merecedores de condenación. Cierto que ha habido y hay entre los ricos hom­ bres egoístas, de corazón duro e insensible ante las necesidades ajenas, que se sirven a veces del obrero como de una máquina inanimada a la que 83

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