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sociales que todos hacen porque si no quedarían mal. Hilaridad y pena me causó hace algunos años cuando, al celebrar la santa Misa en uno de los suburbios de Madrid, al volverme al público des­ pués de laConsagración para ver si alguno se acer­ caba a comulgar, se levantó una buena mujer y, en voz alta, m e dijo: «Como parece que nadie quie­ re comulgar, voy yo para hacerle a usted un fa­ vor»... 2) Los indiferentes. He aquí otra plaga de las ciudades y de los pueblos. Raros son los que se libran de ella. Para mejor conocerlos distingamos los indiferentes en dos clases: indiferentes res­ pecto de todas las religiones o indiferentes res­ pecto de alguna. Los indiferentes respecto de todas las religiones son aquellos para quienes todas son igualmente buenas y en ellas se da culto agradable a Dios; y así el cristiano que adora a Jesucristo como Dios y el judío que le rechaza como un impostor; el mahometano que no admite más que un solo Dios y el pagano que adora a varios dioses, honra y alaba igualmente, según ellos, a Dios. Lo que im­ porta es darle culto, lo de menos es la forma. ¡Como si para Dios fuese lo mismo la verdad y el error!... ¡Como siel pluralismo religiosono cons­ tituyese el mayor insulto a la divinidad!... Dígase cuanto se quiera,las leyes del Estado que reconocen como idénticas y buenas todas las re­ ligiones están en pugna con las leyes divinas. 76

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