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en las diversas ramas del saber humano, pero escasean los sabios en la ciencia de la religión. Hace algún tiempo apareció en Francia un libro muy interesante y que levantó gran polvareda en este país vecino, libroque llevaba por título: «Fran­ cia, país de misión». Poco tiempo después era conocido otro en España intitulado: «¿España es católica?»,en ambos libros se ponía de manifiesto la crasa ignorancia religiosa que existíatanto en Francia como en España. Y la ignorancia religiosa va en aumento, hay m u ­ cha ignorancia en este sentido porque no se estu­ diaa fondo la religión. Los niños apenas si reciben más instrucción religiosa que la rudimentaria de la catequesis y de la escuela primaria. Los padres mal pueden enseñar a sus hijosla religión que ellos desconocen. En los colegios del Estado la asignatura de la religión, o se la omite, o se la considera como accidental y secundaria. A los templos, la mayoría no asisten para ins­ truirseen las verdades de nuestra religión; y, si asisten frecuentemente, oyen alí hablar a veces de política más que de instrucción religiosa. La prensa, la televisión, la radio, parece que tienen a menos tocar esos temas. ¿Qué extraño es que el astro de la religónpali­ dezca en muchas inteligencias? Si preguntáramos a no pocos que se llaman cris­ tianos quién es Jesucristo, quedaríamos apenados de su respuesta. Jesucristo, nos dirían algunos, fue un hombre que vivió en el mundo hace muchos años, que nació en una noche de invierno, en un 74

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