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tracción moderna, como es la televisión, pero la buena administración de loshogares exige que, an­ tetodo, se atienda a loesencial para lavida, yendo gradualmente en la adquisición de lo secundario. «Primum manducare, postea filosofare», dicen los filósofos, es decir, primero atender a lo necesario para la vida, después lo accidental o secundario. No estará de más advertir a esas familias de los suburbios que se permiten lujos excesivos en muebles y en medios de distracción, ya que vién­ dose precisadas a comprar a plazos todas estas co­ sas, se ven después obligados o bien a devolverlas a sus dueños, o a verse entrampados toda la vida, o a quitar de la comida, etc. Sin ánimo de juzgar peyorativamente a las fa­ milias que viven en lossuburbios, creo que hay en ellas mucho de camelo. A muchas de ellas hay que comenzar por enseñarlas a administrarse bien con loque tienen y a no vivir del cuento de la caridad ajena. Cito un caso entre mil, de esto hace unos años, no recuerdo la fecha. Era, sí, un día lluvios de invierno. A mi despacho de las Carolinas llegó la noticiade que las lluvias habían hundido una de las cuevas del Manzanares, salvándose apenas el matrimonio y tres hijos que laocupaban. Corrí pre­ suroso al remedio de aquellos pobrecitos en com­ pañía de un caritativo médico y de otras dos per­ sonas delmismo barrio. Comenzamos a descom­ brar y revolver tierra, ¡y cuál no sería nuestra admiración cuando entre las cosas sepultadas en­ contramos un hermoso cordero, recientemente de­ sollado y a punto de ser sazonado! Y se trataba, al 70

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