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Y con esto, indicada queda la primera causa de la pobreza culpable del pobre que es la ociosidad. Pasemos ahora a examinar la segunda, que es: 23 El alcoholismo y la embriaguez. Tampoco es­ te vicio es planta exótica en ningún ambiente; sus perniciosos efectos se dejan sentir entre los ricos y los pobres, entre los bien acomodados en la ciudad y en los que viven en los suburbios. No hay vicio que envilezca y embrutezca al hom­ bre, rebajándole a la condición de bruto, como el alcoholismo y la embriaguez. Un hombre dominado por él está privado del debido uso de la razón, que es la más noble de las facultades humanas. Cuando contemplamos en nuestras calles o en el interior de nuestros barrios alguno de esos infeli­ ces tambaleándose por efecto del vino ingerido, profiriendo palabras desconcertantes, nos aparta­ mos instintivamente de él compadeciéndole como a un desgraciado. Sé de hombres que en plena e m ­ briaguez proferían las mayores insensateces que luego,vueltos en sí, les avergonzaban. ¡Y qué di­ fícil es corregirse de este vicio! Conozco a m u ­ chos dominados por la impureza de la que se han corregido, pero son pocos los que dados a la embriaguez se hayan corregido. Presente tengo los esfuerzos que se han hecho por librar a algunos padres de familia del vicio de la embriaguez, que tantos estragos ocasionaba al hogar y a tanta pobreza la reducía. Algunos les sorprendió la muerte en estado de embriaguez y otros,si Dios no lo remedia, tendrán el mismo fin. 65

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