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bién es cierto, y de esto puedo dar fe, que hay otras varias indolentes, perezosas que pudiendo ahorrar algo de su sueldo y emplearlo en mejo­ rar su casita no lo hacen, prefiriendo malgastarlo en lataberna o en cosas que no son necesarias. M e impresionó, hace algunos años, el caso si­ guiente presenciado en uno de los suburbios de Roma, conocido con el nombre de «Borgata degli Arcacci». Cada familiatenía su casita propia cons­ truida por ellos mismos. Como los recursos de esas familias no les permitía edificar toda la casa a la vez, en el primer año construían la planta baja, en el segundo, disponiendo ya de más recur­ sos, edificaban ya la planta principal, y así suce­ sivamente hasta terminar todo el edificio. Al contemplar esto, ¡cuántas veces pasó por mi pensamiento esta interrogación: ¿Por qué tantos de nuestros pobres del suburbio no podrían hacer otro tanto?... Si no pueden de una vez disponer de vi­ viendas decentes, pueden conseguirlo poco a poco con el esfuerzo personal, la economía y el aho­ ro.. El maná bajó una sola vez del cielo,esperarlo todo de Dios y el Estado es un atentado contra a m ­ bos; «a Dios rogando y con el mazo dando». Muy bien que se ayude al pobre a salir de su pobreza, pero que ponga él lo que es de su parte para ello. Al pobre hay que regenerarle, pero con su propio esfuerzo. Nada de fomentar la ociosidad y la vagancia, que es madre de todos los vicios. La limosna distribuidasinconsideración puede con­ tribuir almal del socorrido. Sea socorrido el pobre imposibilitado, el enfermo, el que queriendo ganar 63

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