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nos para sí, sino también para los demás, hacien­ do todo el bien posible a los necesitados. La acon­ sejé que aprovechase los domingos y ratos libres entre semana para visitar los pobres y enfermos en loshospitales y suburbios. Que obrase siempre con espíritu de fe, viendo en los pobres la imagen de Cristo pobre. Y, finalmente, que no olvidase lasabia máxima del autor de la «Imitación de Cris­ to», que viene a ser la traducción de las palabras de Jesús: «tanto adelantarás, cuanto te venzas a ti mismo». Para mejor prepararla, en orden al apostolado de los pobres, la aconsejé que fuera conmigo a dar catequesis a los niños de las Carolinas y alí conociera de cerca las necesidades de aquellas pobres gentes. Obedeció puntualmente, asistiendo en compañía de alguna amiga al mencionado ba­ rrio todos los domingos y días festivos; pasando luego a los otros barrios de las Cuevas de Man­ zanares, San Francisco, etc. La experiencia fue muy provechosa para ella y no menos para mí. M e convencí de que podía ser el alma providencial escogida por Dios para ser la cooperadora de mi proyectada congregación, y así se lo indiqué, hablándole claramente de mis pro­ yectos, que creía eran inspirados por Dios. Ante mi proposición, obtuve de ella esta respuesta: «Me pongo en sus manos; disponga de mí como crea es Voluntad de Dios; yo sólo deseo cumplir la Voluntad del Señor, manifestada por usted en quien veo a Dios». 44