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giosas de Minas (Uruguay), recibo una carta del mencionado señor Arzobispo en la que me acon­ seja que me ponga en comunicación con el señor Vicario Episcopal de la Diócesis, don Antonio Va- rela, para ver el modo de realizarmis proyectos. De regreso a Madrid, se dieron comienzo a las gestiones. En unión con el citado señor Vicario Episcopal, visitamos detenidamente los barrios,se calculó el número de fieles que podían pertenecer a cada una de las dos parroquias, se confecciona­ ron planos exactos y se hicieron cuantas gestiones y solicitudes eran necesarias para conseguir el fin propuesto. Mas como las cosas de palacio van despacio y el bien de las almas no admitía treguas, hubo que lanzarse a hacer algo en favor de los fieles per­ tenecientes a los mencionados barrios (San Mario y Virgen de la Antigua), por distar de la parroquia de San Fermín, vivían algo abandonado en materia religiosa. Para ello, debidamente autorizado por el señor Arzobispo y con permiso del párroco de San Fer­ mín, me decidí,a faltade templo construido por la mano de los hombres, a celebrar la Santa Misa, los domingos y días festivos en el templo gran­ dioso de la naturaleza en utilidad principalmente de los fieles de la proyectada parroquia. Y era de ver el gran número de personas, hom­ bres, mujeres y niños, que sin temor al frío y al agua en invierno, y al calor sofocante en verano, acudían a cumplir sus deberes religiosos a este gran templo al airelibre. 39