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agua coriente, alumbrado público y privado, buena ventilación, habitaciones-dormitorios, comedor, co cina, cuarto de aseo y algunas un patio interior. No así las otras viviendas de los antiguos pobla dos, con casuchas pequeñas sin comodidad ningu na, ni agua, ni servicios... La mies, como se ve, era mucha y pocos los operarios. Entre estos pocos, se presentó el que esto escribe. Algún otro padre del convento de Jesús de Medinaceli vino en su ayuda y un grupo de jóvenes catequistas, juntamente con las misio neras, le ayudaban. La porción reservada de la mies a los menciona dos operarios, se concretó al poblado de Maris Stella, uno de los más pobres bajo todos los aspec tos. Para convencerse de ello bastaba cruzar sus calles, si calles puede llamarse a aquellos barriza les en los que más de una vez quedaban atas cados los pocos coches que transitaban, ypenetrar en sus pequeñas casitas sinagua, con escasa ven tilación, etc. La labor, por consiguiente, en el bar iotenía que abarcar la parte religiosa, moral y material. Y a este fin se encaminó nuestro apostolado. Justo es hacer constar aquí lavaliosa ayuda que me prestó en la labor carita iva y humanitaria en favor de todos los suburbios antes mencionados el equipo de jóvenes catequistas que me acompa ñaron sinreparar en sacrificios, junto con las mi sioneras franciscanas del suburbio. Gracias a la actividad y celo de las hermanas misioneras se organizaron en los suburbios las 37
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