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ron las familias,casa por casa; se anotaron las necesidades más urgentes, se procuraron pren­ das de vestir, alimentos, medicinas, etc., y se or­ ganizó en debida forma lacaridad a domicilio. Bien pronto se vio la necesidad de un centro común para los actos de culto e instrucción reli­ giosa de niños y mayores, asícomo para la ense­ ñanza elemental de los pequeños. Pero, ¿dónde construir este centro y con qué medios económi­ cos? La Providencia vino en nuestra ayuda. Comen­ zadas las obras con un donativo de 100 pesetas, trasmi llamada por Radio España continuaron le­ gando otros donativos de más importancia hasta completar la cantidad necesaria para la construc­ ción de esta capilla-escuela que fue bautizada con el nombre de San Antonio. Comenzadas las obras, se m e presenta un agen­ te de la autoridad para pedirme la autorización de las mismas. — ¿Autorización? — le respondí— , la necesidad extrema no la necesita, y, en cuanto a los planos, los realizoyo sobre la marcha. Satisfizo o no la respuesta, lo ignoro, lo que sí es ciertoque nadie me volvió a molestar y que, en breve, la construcción de la capilla-escuela fue una hermosa realidad. Las familias de ese bario disponen en la actualidad de un hermoso centro religioso y culturalen el que reciben pan para el cuerpo y alimento para el alma. Y así, a la vera de la carretera de Villaverde al pueblo de Vallecas, el caminante puede contem­ plar, junto a un grupo de pequeñas casitas, una 33

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