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algunos desagradables incidentes que hube de perdonar y olvidar,sin que ello fuera obstáculo a continuar mi apostolado en favor de los herma­ nos necesitados. El local fue bendecido solemnemente por el en­ tonces nuncio de Su Santidad en España, monse­ ñor Hildebrando Antoniutti, más tarde prefecto de la Sagrada Congregación de Religiosos (q.e.p.d.). El acto resultó emocionante dentro de su sencillez. Me lo recordaba algunos meses después, en Roma, y me recordaba también algunos de los gracio­ sos versos que oyó cantar en aquella ocasión a los niños del barrio, que decían: «¡Ay, Padre Laureano, no se vaya usted, que niños y grandes lloran por usted.» «Si el padre Laureano no hubiera venido, más de cuatro almas se hubieran perdido.» En la capilla comenzaron celebrándose y conti­ núan todos los actos religiosos los domingos y días festivos, quedando libre el resto de lasemana para escuela de niños mixta. Actualmente, aumentado considerablemente el barrio, el Ministerio de Educación y Ciencia ha construido unos magníficos locales escolares. También fue inaugurada una Guardería Infantil para un centenar de niños, atendidos por las her­ manas Franciscanas de María. Hoy el barrio ha mejorado notablemente en su aspecto material y moral y es atendido espiritual­ mente por un P. Capuchino como párroco. 27