BCCPAM000549-1-40000000000000

templado en sus diarias recreaciones y ocupacio­ nes. Si las conociera y contemplara, las vería siem­ pre contentas y alegres en su vocación, con el contentamiento y alegría que procede de la con­ ciencia de quienes saben que aman a Dios y son amadas de Dios. Por eso lanzan al espacio cánticos como estos: «Soy misionera franciscana, me honro con tan grande honor, y mi alma está escondida en Cristo, mi Esposo y Redentor. Seguiré las huellas de Francisco, que enamorado de la Cruz, mereció el abrazo de Cristo, pendiente de la Cruz.» O bien: «Salí yo del mundo, en donde vivía. Cambié mis vestidos por otro mejor, y este vestido que cubre mi cuerpo, lo llevo ceñido con santo cordón.» Así, estas buenas misioneras demuestran con las obras que, a más de misioneras, son francis­ canas, una de cuyas características es la alegría. Al goce de esta alegríafranciscana lleva la vida de familia, que se disfruta en las comunidades franciscanas, conforme aconseja San Francisco en su Regla, cuando dice: «que no debe haber en el 246

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz