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glarde Asís», y para quien la tristeza era la «tiña deldiablo». Portadoras de esta alegría franciscana sois vos­ otras y de ella dais testimonio en vuestras re­ creaciones comunes en las horas prefijadas. ¡Qué placer se experimenta cuando, después del duro bregar del día, se les dispensa el silen­ cio, dándoles amplia libertad para que cada una cuente sus impresiones y peripecias en sus respec­ tivos oficios! Allí refieren pormenores de su visita a una de las chabolas del suburbio, con perros que le sa­ lenal encuentro, con borrachos alegres que laaga­ sajan,con calamidades que la apenan. Allí todas a porfía por alegrar a sus hermanas, echando preocupaciones alaire,y demostrando con las obras que son hijas del alegre San Francisco de Asís, y que la virtud, lejos de estar reñida con la alegría, es compañera inseparable de la misma. El desbordamiento de la alegría llega al colmo cuando, llegada la época del verano, juntas las hermanas de Valladolid con las de Madrid, disfru­ tan en Tablada del descanso merecido del año, haciendo partícipes de ese descanso a centenares de niños pobres de los suburbios. Las horas de la recreación de mediodía y de la noche no bastan para que cada una cuente sus progresos en la natación de la piscina, sus impre­ siones en la excursión a Riofrío, Segovia, San Ra­ fael, Valle de los Caídos, etc. Quien pensara que estas misioneras pasan la vida aburrida y triste, no las conoce ni las ha con­ 245

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