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ra que se consagra a uno de losapostolados más difíciles, cual es el apostolado de los más pobres. Solo cuando el alma de la misionera viva entrega da a Cristo e identificada con El, será su apostolado eficaz. ¡Cuán otro será el resultado de nuestra actividad externa, si el móvil de ella fuera Cristo,viviendo en nosotros y transfigurados en El! Recuerdo las palabras de admiración de un ca balero ante la vistade un santo religioso: «¡Qué hombre tan de Dios! ¡Si parece que irradia a Cris to!»Si irradiáramos a Cristo; si obráramos con El y por El; si nuestro vivir fuera Cristo,como lo era para San Pablo, el mismo Cristo se encargaría de obrar maravillas por nosotros. No otro fue el secreto de las estupendas obras de apostolado, realizadas por San Pablo, nuestro Padre San Francisco, San Francisco Javier, San Juan Vianey, y tantos otros santos que conmovie ron el mundo y lo volcaron para Cristo. Sois, pues, en primer lugar, Misioneras, y como tales tratáis de ejercer un apostolado eficaz, par tiendo delamor Cristo, irradiado a las almas. Así, y sólo así, seréis «Misioneras». Sois, en segundo lugar, Franciscánas, o lo que es lo mismo, hijas de San Francisco de Asís y per tenecientes a la tercera de sus Ordenes. Como ta les aspiráis a participar de su espíritu, siendo co mo el,pobres, humildes, sencillas,alegres..., según cantáis con estas palabras: 243
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