BCCPAM000549-1-40000000000000

No sois religiosas de clausura, que sólo os preo­ cupáis de vuestra santificación, sino religiosas que, viviendo en el mundo, no son del mundo, y en el mundo trabajan, entregadas a Dios y, por Dios, al prójimo. Primero, la entrega a Dios, y como efecto de ese amor a Dios, la entrega y el amor al pró­ jimo. ¡Cuidado con invertir los términos! Ante todo, la entrega y el amor de Dios, y como efecto y consecuencia de esto, la entrega a losdemás, que no en vano este es el orden de los mandamientos, impuestos por el mismo Dios: «Amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas», y luego el amor al prójimo. Si amo a Dios de veras, amaré lo que Dios ama, y ese amor me moverá a amar lo que Dios ama, que es el prójimo. Un amor que parte del hombre, para llegar por él a Dios, se presta a ser un amor egoísta, filantró- pico, platónico, c|U6 mu6V6 únicamGnte a socorrsr la necesidad ajena por motivos naturales y senti­ mentalistas. No así el amor que parte de Dios a las criaturas. Mas para llegar a la consecución de ese amor de Dios, que os lleve, como consecuencia y efec­ to, aamar y sacrificaros por el prójimo, es necesa­ rio caldear antes el alma, mediante el fuego de la oración, ya que el alma sin oración es como huerto sin agua, como sin fuego la fragua, como nave sin timón. Si laoración, como se dice, es el alma de todo apostolado, lo es principalmente para la mlsione- 242

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz