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¡Y qué feliz me sentía en medio de aquella po­ breza!... Tan edificante era aquel conjunto de de­ pendencias, que a más de una persona que las vi­ sitó se le saltaron las lágrimas: y otro, venido de Roma, dijo públicamente: «Muchas cosas he admi­ rado en España, pero ninguna que me haya im presionado tanto como la pobreza del centro en el que ejerce su caridad el padre Laureano de Las Muñecas». Parece increíble que, en tan reducido local, pu­ dieran realizarse las obras de caridad tan varia­ das: actos litúrgicos en la capilla, con Misa diaria, visita eucarística y Rosario por la tarde; cateque- sis para niños y mujeres mayores; escuela de ni­ ños y niñas; taller de Nazaret; clases de costura para chicas; centro de reparto de ropas y víveres para necesitados; sala de consulta de médicos; despacho para atender a reclamaciones y solici­ tudes de desempleo, etc., etc. La capilla estaba dedicada a la Divina Pastora, que desde el trono de su altar presidía aquel con­ junto de obras benéfico-sociales, que alí se im­ partían. Cuando hoy, después de tantos años, recuerdo todo esto, no puedo menos de admirar la Divina Providencia que se sirve de tan humildes prin­ cipios para realizarsus obras. d) Local definitivo El local, aunque tan bien aprovechado, resultaba a todas luces insuficiente para el desarrollo de 21

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