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terior, etc., que ha hecho del capuchino el fraile del pueblo, no tiene razón de ser como orden distinta de las otras ramas franciscanas». Aplicándolo a nuestra Congregación, podemos decir también: el día en que las misioneras fran­ ciscanas del suburbio pierdan el espírituque las caracteriza, no tendría razón de ser en la Iglesia, como congregación distinta de cualquier otra. De acuerdo que en las constituciones hay cosas accidentales, pero son necesarias para conservar la sustancia y marcar el espíritude sencillez, po­ breza y austeridad de las misioneras franciscanas delsuburbio. Que en otras congregaciones no exis­ ten esas disposiciones y sinellas consiguen el fin de su vocación..., conforme; pero no es vuestro caso. Amad y cumplid, queridas hijas, vuestras constituciones, que ellas marcan el fin de vuestra vocación y son el medio del que el Señor se sirve para manifestar su voluntad en orden a vuestra santificación. 220

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