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obra religiosa-social que alíse estaba llevan­ do a cabo, teniendo palabras elogiosas para el Padre, iniciadoryfírme sostén de todo este complejo religioso-social, al mismo tiempo que le alentaba a continuar su labor apostó­ lica en esta y otras regiones del suburbio ma­ drileño tan necesitado. Entre aplausos y acla­ maciones al Padre y pastor de Madrid, re­ gresaba el Dr. Morcillo a su palacio; mien­ tras, risueño y sencillo, aparecía el Dr.Muño- yer o. También él saludó al Padre y a todos; luego pasó a la pequeña sacristía, se revistió losornamentos pontificales, se dirigió al altar y desde un trono muy sencillo pronunció una fervorosa y entusiasta alocución, ponderando laobra delPadre y de su institución. Después bendijo los crucifijos y los impuso a las her­ manas. Concluida la función religiosa, en los loca­ les recientemente bendecidos, volvieron a ha­ cer uso de la palabra los oradores del día anterior y actuó brillantemente la escolanía de la parroquia del Sagrado Corazón de Use- ras, bajo la dirección del P. Donato. Con ello se daban por terminados los actos,obsequian­ do a los asistentes con un refresco. Hacemos mención a alguna de las muchas cartas,telegramas o adhesiones que con es­ te motivo ha recibido el Padre. Entre otras, la Bendición Apostólica de S. S. Paulo VI, las cartas laudatorias de los Cardenales Anto- niuti y Herrera Oria; de losObispos de León, 210