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ba en arrancar de la mente del niño la idea de Dios. Así, envenenado el pueblo con tan diabólicas doctrinas, ¿qué extraño es que, rotos los frenos de la ley, se lanzara como fieras contra la Iglesia y arrasara sus templos y asesinara a millares de sacerdotes, religiosos y obispos? La segunda causa del indiferentismo religiosohay que atribuirla a la penuria de sacerdotes celosos que contrarrestaran las ideas perniciosas de los enemigos de la religión. Cerrados los seminarios y privado el clero de medios de subsistencia, las diócesis españolas, y concretamente la de Madrid, se veían imposibi­ litadas para atender al servicio religioso de nume­ rosos fieles. c) En busca de hospedaje para el Buen Dios Fue mi primera preocupación en el barrio. ¿Dón­ de reunir la gente para la celebración de la Santa Misa y la instrucción religiosa?... El garaje donde celebré en un principio el Santo Sacrific o y el local de la escuela resultaban poco decorosos para el culto. A más de que había que pensar en que el Señor residiera continuamente en medio del barrio. Así pensando y gestionando, se consiguió alqui­ lar un antiguo garaje, situado en la margen iz­ quierda de la carretera de Andalucía, calle Indale­ cio Fernández. Acondicionado convenientemente el 19

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