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6.a) La actividad externa de las misioneras no podrá ser nunca obstáculo para que vivan en co­ munidad. 7.a) La curia episcopal se compromete a pro­ porcionar a las misioneras vivienda independiente y modesta para que puedan atender al fin de su vo­ cación. Las condiciones fueron firmadas por el señor obispo, Mons. Quaglia, y por mí, en nombre de las misioneras franciscanas del suburbio, en el mes de abril de 1965. Esto hecho, no había para qué prorrogar mi es­ tancia en Minas. Las hermanas de Las Carolinas me esperan impacientes. El viaje de las que han de misionar en Minas está preparado. Un cordial abrazo de Mons. Quaglia, una fraternal despedida de los PP. Capuchinos de Montevideo y tras doce horas de vuelo de Montevideo a Madrid, el recibi­ miento de las hijas en Barajas y en Las Carolinas, nuestra casa-madre. Aquí todo es actividad y ajetreo;hace ya no sé cuánto tiempo se prepara el homenaje para las Bodas de Oro Sacerdotales del P. Fundador y la despedida de las hermanas que van a partir para Minas. Mas el primero de estos acontecimientos habrá ocasión para relatarlo. Despidamos ahora a las misioneras y contemplémoslas ya en tierras de misión. Comencemos dando lectura a la carta, escrita por las hermanas a su llegada a Minas, pasado ya más de un mes. 198

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