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impecables uniformes, montados en diminutos ca­ ballitos, regresan de las escuelas. Es natural, co­ mo las distancias de las casas a los centros esco­ lares es mucha y escasean los otros medios de transporte, utilizan éste como medio de locomo­ ción. Al llegar a la capilla, término de mi viaje, gran número de hombres y mujeres, llegados después de varios kilómetros de recor ido, se disponen a asistir al Santo Sacrificio de la Misa, en la que habrá que dirigir la divina palabra el P. capuchino español, presentado por mi acompañante, P. San­ tos. La despedida cariñosa. Verdaderamente en­ canta esta buena gente. Al contemplarles, vienen a mi mente las palabras de Cristo: «Me compadezco de esta gente...». Al díasiguiente, otra visita: la de Villa Rosario. Recibe este centro tan bonito nombre por halarse en el mismo una hermosa capilla, dedicada a la Virgen Santísima delRosario, cuya imagen preside. Elpaisaje es encantador. Un grupo no muy numero­ so de casas más que modestas, alternando con al­ gunos ranchos, rodean la capilla. Mi llegad ,acom­ pañado del P. Santos, coincide con la celebración de un funeral solemne. Después de algún tiempo de espera, llegan de diversos lugares numerosos familiares y conocidos del difunto. Antes de la Misa de funeral, algunas confesiones y en la Misa muchas comuniones. Tras la despedida cariñosa de esta buena gente, camino adelante hacia una modesta familia, en la que hay que celebrar un matrimonio de urgencia, 195

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