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será porque fue engendrada en mi ancianidad co­ mo lo fue Benjamín por Jacob en su senectud. Tiempo después comencé apensar si convendría buscar otro barrio más necesitado y menos aten­ dido, en el que las hermanas pudieran realizar su apostolado en favor de los pobres. Y pensando meditando y orando se me ocurrió la idea de que! tal vez en Valladolid, se encontrase alguna parro­ quia con uno o más barrios pobres, necesitados de la ayuda de las hermanas. Con esta idea, salgo una calurosa mañana del mes de julio de 1974, de Tablada a Valladolid, sin indicar a nadie el motivo de mi viaje. Llegado a nuestro convento, m e entero detenidamente de las parroquias más pobres y necesitadas de la ciudad. «Las más pobres y necesitadas, m e dicen los Pa­ dres del convento, son indudablemente las llama­ das de los Pajaritos”, y entre éstas, la de San Isidro.» Indago sin más la dirección de ésta y aquella misma tarde, la recorro de arriba a abajo. La im­ presión recibida fue excelente. La gente obrera en su mayoría, vivía en modestos pisos alquilados No se veía en el rostro de la gente gestos hoscos o angustiosos, como se ven en otros. Respetuosos y atables, mayores y niños, responden a mi saludo como si toda la vida hubiera sido conocido. Hay en la parroquia un grupo de gitanos, que viven en chabolas o barracas, en el extremo de la misma En el centro de la parroquia, que cuenta con unas nueve mil almas, se halla laiglesia provisional que en breve, será reemplazada por otra más amplia, en 179

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