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el Señor ha querido probar su virtud y acrecentar sus muchos méritos. Amable y complaciente, como siempre, me recibe en su humilde despacho; leela carta de presenta­ ción del señor obispo, me escucha con atención, y vuelto hacia mí, m e dice: «Cuente incondicional­ mente conmigo y con mi parroquia para todo cuanto deseen trabajar en ella sus monjitas.» Tras tan benévola acogida, se procedió a la bús­ queda de vivienda para las hermanas y local para una guardería de niños, en el que pudieran comen­ zarsu apostolado. La cosa no era fácil. Había que tener en cuenta que los bloques de viviendas es­ taban reservados para determinadas familias y porotra parte, no se podía contar con ningún local libre en la casa rectoral, ya que todavía no estaba terminada. Afortunadamente el teniente alcalde de Bilbao, presidente de «Viviendas Municipales», en aten­ ción a que se trataba de una obra benéfico-social en favor de los pobres de Ocharcoaga, realizada por las misioneras franciscanas del suburbio, tuvo a bien concederles laplanta primera de uno de los grandes bloques, creo es el catorce. La bendición e inauguración del local y de la pequeña guardería infantil resultó emocionante dentro de su sencillez. Se hallaba presente eldele­ gado delseñor Vicario de la Diócesis, el párroco de Ocharcoaga, que bendijo los locales; el Vicario y Maestros de novicios del convento de PP. Ca­ puchinos de Basurto, gran número de sacerdotes y de seglares, amás de la superiora general de las 167

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