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los religiosos. ¡Jamás las hermanas fueron moles­ tadas lo más mínimo, antes al contrario, se vieron siempre atendidas y obsequiadas. De mí puedo de­ cir que las temporadas que pasé en compañía de las hermanas en esta borgata dejaron una impre­ sión gratísima e imborrable. Mas, no adelantemos noticias.Nos hallamos to­ davía sinel permiso del Vicariato de Roma para la fundación. Sin pérdida de tiempo, redacto la peti­ ción oficial de solicitud para éste, dirigdaal car­ denal Mícara, Vicario de Su Santidad en la dióce­ sis de Roma, contenida en estos términos, tradu­ cidos ahora del latín al castellano: «Eminentísimo Sr. Cardenal Mícara, Vicario de Su Santidad en la diócesis de Roma: Eminentísimo Señor: Con el mayor respeto, me atrevo a dirigir­ me a Su Eminencia para exponerle sencilla­ mente lo siguiente: Soy el fundador de un instituto religioso fe­ menino, intitulado «Misioneras Franciscanas del Suburbio», aprobado por el Sr. Patriarca de Madrid, cuyos miembros se dedican al apostolado de los pobres, en especial de los que viven en los suburbios o extrarradios de las ciudades. Deseando extender los beneficios de este apostolado a los pobres de los suburbios de la Ciudad Eterna, me atrevo a suplicar a Su Em. Rvda. se sirvaconceder autorización para 155