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dencialmente nos ayudó y asistióen esta funda ción. En segundo lugar, fue también providencial el abandono o supresión de la fundación de la casa de Roma. Y lo fue porque el Señor, que todo lo dispone para sus altos fines, que nosotros ignora mos, asílo quiso. ¿Qué motivos hubo para tomar esa determinación? Objetivos, ninguno. Subjetivos algunos. Acatemos los designios de Dios, que saca bienes de loque nosotros llamamos males, y exclamemos: «Digitus Dei est hic», «El dedo de Dios está en este hecho como en todos los de nuestra vida». Esto indicado, anotemos brevemente los oríge nes de esta fundación. Aspiración general de toda congregación o insti tutoreligioso es tener una Casa en Roma, genera lice o no. No eran ajenas a esta aspiración las hermanas. Y a aumentarla, surgió de pronto lavisi ta de una personalidad llegada de Roma a Madrid, que conocedora y entusiasmada del apostolado de las misioneras en favor de los pobres, les prome tió conseguir permiso para instarlas en la Ciudad Eterna. Era éste un padre capuchino, muy acredi tado en Roma, visitador eclesiástico, llamado Pa dre Agatángelo de Langasco, factor principal en la fundación de esta Casa. Ausente de Madrid y ya en Roma el mencionado padre no se olvidó de la promesa que nos hizo, gestionando ante el Vicariato la autorización para la fundación. Al mes y medio, recibo una carta de dicho padre, en la que m e habla con entusiasmo 153
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