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videncia y ayuda especial de Dios pudo conse guirse. No es tan fácil, como alguno pudiera imaginar, obtener la autorización eclesiástica para estable cerse en Roma. El Vicariato de la Ciudad Eterna se muestra muy reacio en conceder permiso de erigir nuevas casas en la misma. M e consta de varias Congregaciones e Institutos, que llevanvarios años en espera de que se les autorice para establecerse alí.Y es que se ve más que saturada de frailes y religiosas, con poca o ninguna actividad externa en favor de los fieles de la misma. La dificultad de conseguir ese permiso es tanto mayor cuando se trata de Congregaciones o insti tutos modernos, con reducido número de miem bros, contadas casas y actividades externas poco conocidas. Todo lo cual ocurría en nuestro caso. Nuestro instituto acababa de ser aprobado como PíaUnión, ¿no sería una temeridad pensar en una fundación en Roma? . Humanamente, sí; sobrena turalmente, no.Por encima de todas las dificulta des humanas está la Providencia y la asistencia de Dios, para quien no hay imposible. El moverá la voluntad del Vicario de Roma para que conceda el permiso de la fundación y a él se deberá el que fuera acogido con tanta simpatía por las autorida des eclesiásticas, encontrando en ellas generosas ayudas económicas y campo propicio de aposto lado. Cuando recuerdo todo esto, no puedo menos de ver la mano bondadosa del Señor, que tan provi- 152
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