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Y eso que a Dios gracias se hizo humanamente lo que era posible para la formación integral de esas jóvenes. En el orden espirtual eran atendidas por el Pa­ dre y una de las hermanas que las instruíamedian­ te pláticasy conferencias sobre la vida cristiana. En el orden intelectualy cultural recibían la ins­ trucción básica en orden a otra superior, dada por una profesora seglar primero y por una de nues­ tras hermanas, Dori, después. A cargo de ellas es­ taba, para el funcionamiento del aspirantado, la superiora de la misma que, en principio, fue la hermana María Jesús. No se omitió sacrificio alguno para hacerlas fe­ lices: excursiones, veraneos, visitas a Museos, et­ cétera,y todo esto gratuitamente o poco menos sin que a sus padres les costase ni la enseñanza, ni la vivienda, ni alimentación de sus hijas. En cuanto al régimen interno,se las tenía como jóvenes con indiciode vocación religiosa, que se procuraba fomentar por todos los medios recomen­ dables. En ese ambiente de recogimiento y de paz, de alegría, sin preocupación alguna por el porvenir se sentían felicesy no veían la hora de ser admi­ tidas en la congregación como postulantes. De su franca alegría eran aquellos cánticos que con tanto entusiasmo entonaban: «Soy misionera franciscana, me honro con tan gran honor...» 145

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