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En la explicación de este fracaso hay que tener en cuenta el factor psíquico de las jóvenes. Estas, antes de la pubertad, es decir, hasta los 12 ó 13 años, no sienten el hervor de las pasiones; se de­ jan arrastrarfácilmente por bellos ideales; se en­ cariñan con las personas y con el género de vida de éstas; sueñan con el hábito y la toca que tan bien les ha de caer; ninguna dificultad se les pone delante porque no las conocen; ni el mundo las seduce, ni el amor carnal las atrae. Es la época de la «belladurmiente»... A esto se junta el confort de la vida, las muchas comodidades modernas, aun en los hogares más modestos, y el ambiente que se respira en la so­ ciedad, ambiente de diversiones, comodidades, bienestar y la televisión. Todo lo cual, con el tiem­ po, hará que se vaya perdiendo el amor a la vo­ cación primera que supone sacrificio, abnegación, etcétera, que tanto les ilusionaba antes, para de­ jar paso a las inclinaciones humanas de la vida fácil, confortable. Más tarde el despertar de las pasiones que re­ claman de la naturaleza lo que es suyo, darán al traste con sus ilusiones de vida religiosa. Y así poco a poco se va apoderando de esas jóvenes el deseo de marchar, el descontento y la desilusión, terminando, por último, con su vuelta al mundo, que un día con tanta decisión abandonaron. Ni más ni menos que lo que ha sucedido con la gran mayoría de las jóvenes admitidas en nues­ tro aspirantado. 144

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