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caer en zona roja!... ¿Qué hubiéramos hecho nos­ otros de encontrarnos en este estado? ¿No dice Cristo en el Evangelio que «lo que hacemos por uno de estos pobrecitos, sean rojos o azules, por El lo hacemos»?... Así pensando me lancé a hacer algo por aliviar la situación de los más necesita­ dos. Comencé por visitar lazona más mísera, ésta se hallaba en el centro de unas marismas panta­ nosas, de donde le vino el nombre de «Barrio de Venecia» aludiendo a la ciudad italiana del mismo nombre. Pensar por el momento en sacar a esta pobre gente de este lugar, era imposible, carecía de m e ­ dios suficientes para conseguirlo. Lo único que podía hacer era aliviar la triste y lamentable situa­ ción moral y económica de estos pobres hermanos. Para ello busqué la cooperación de un grupo de señoras y señoritas de la ciudad que se pusieron a mi disposición para recoger prendas de vestir y comestibles en abundancia con destino a los más necesitados. Y era de ver y admirar el entusiasmo con que estas auxiliares de la alta sociedad montañesa ponían sus personas a mi disposición para realizar estas obras de caridad. Sin el menor respeto hu­ mano visitaban tiendas, comercios, farmacias y personas pudientes reclamando ayuda en metálico y en especie para el socorro de los pobres. Car­ gadas de ropa, comida y medicinas, cruzaban las callesde la ciudad en dirección de su barrio, en el que distribuían alegremente su abundante equi­ po entre los más pobres. Cuánto hube de apren­ 12

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